¿Un nuevo tiempo?

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Las elecciones locales que acabamos de dejar atrás parecen vislumbrar un gobierno en el Ayuntamiento de diferente cariz al vivido en los últimos cuatro años. Está todo aún en el aire y dependiente del controvertido mecanismo de los pactos pero cabe preguntarse si realmente asistiremos a un nuevo tiempo político, no ya sólo para la ciudad de los graves problemas del paro o la deuda municipal, sino también para aquella otra, a priori menos importante, del patrimonio añoso y en decadencia endémica… aunque, ¿acaso no son ambas la misma, resultado una de la otra?

El centro histórico, objeto siempre de promesas electorales, es una permanente cuestión por resolver. Hasta hoy sólo se ha hecho parches insuficientes e inconexos. Sigue faltando poner en práctica un proyecto integral. Y el plan anunciado en las últimas fechas está a expensas de una financiación europea en la que no sabemos si influirá el actual escenario político. En este sentido, hay que reconocer que en la pasada legislatura hubo al menos un intento de mejora de la imagen de la gestión municipal en este aspecto. Por eso se creó la Mesa del Centro Histórico, como medio de hipotética participación ciudadana y como fórmula para legitimar unas actuaciones, que sin embargo han quedado la mayor parte pendientes. Y es que poca agilidad ha logrado la tardíamente constituida Comisión Municipal de Patrimonio Histórico, con la que se ha ganado competencias antes exclusivas de la Junta de Andalucía. Con todo, sí ha habido una mayor diligencia en los últimos meses en apoyar la restauración del patrimonio arquitectónico religioso, lo que conllevó en su día incluso la crítica de aquéllos que ahora están a un paso del gobierno. Los mismos a los que les tocarán acabar lo inacabado y ofrecer verdaderas soluciones a este problema crónico.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/2038641/nuevo/tiempo.html

La hermandad de los Carpinteros

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La imagen de San José que se venera en la iglesia de Santo Domingo es el rastro más significativo que nos ha quedado de una vieja hermandad gremial, la de los carpinteros. Casi oculta en la capilla de Gracias, décadas atrás gozó de su propia capilla y altar, ahora ocupados por la devoción más moderna y pujante de la Virgen del Rocío. La entidad de esta actividad artesanal en Jerez está atestiguada desde la Edad Media y de ello son testimonio las calles donde estos profesionales se asentaron: Carpintería Alta y Baja en el intramuros y Carpinteros en la collación extramuros de Santiago. La hermandad existía ya en el siglo XVI y parece que pasó por varias sedes antes de terminar en el convento dominico. Estuvo en San Francisco, donde quizás se fundó, y luego tuvo un hospital dedicado a su patrón en la calle Francos, esquina con la calle San José, que recibió su nombre por aquel edificio.

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La semana pasada se publicaba en Sevilla una monografía de Fernando Cruz Isidoro sobre el gremio de los carpinteros hispalenses y su gran capilla barroca. En Jerez la hermandad alcanzó unas cotas algo más modestas pero su estudio no carece de interés. En este sentido, en cierta ocasión me han asegurado que aún vive un miembro de esta cofradía y que en su propiedad está el archivo de esta histórica corporación. Estos documentos, importantes para el mejor conocimiento de la historia local, son merecedores de una escrupulosa conservación y también de una necesaria investigación, por lo que desde aquí hago un llamamiento a aquellas personas que custodian este legado para que faciliten el acceso de los historiadores a ellos e incluso valoren la posibilidad de donarlos a alguno de los dos acreditados archivos históricos, municipal o diocesano, que tenemos la fortuna de tener en la ciudad.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/2032612/la/hermandad/los/carpinteros.html

La Feria de Hernández-Rubio

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Si hay un arquitecto que pueda vincularse con toda justicia a la Feria de Jerez, ése es Francisco Hernández-Rubio y Gómez. Fue él quien idea la urbanización de lo que conocemos como Parque González Hontoria, que fue inaugurado en 1902 y que toma su nombre del alcalde que promovió el proyecto. Pero su intervención fue más allá. En el cruce de los dos paseos que creó dentro del recinto ferial concibe al año siguiente un conjunto de casetas de hierro fundido, que constituía uno de los ejemplos más singulares de la obra dejada por este destacado arquitecto jerezano en la ciudad. Eran las casetas del Ayuntamiento, Pedro Domecq, Casino Nacional, Casino Jerezano, Círculo Lebrero y Trabajadores de González Byass. Hoy estamos malacostumbrados a esa estética casetera de corte popular, más en la línea del kitsch que de la verdadera arquitectura, pero cuando Hernández-Rubio traza estos templetes lo hace influido por el estilo modernista entonces en boga en toda Europa. De hecho, a nuestro arquitecto se le considera un notable representante del Modernismo en Andalucía, habiendo dejado edificios en Sevilla y Huelva que siguen sus formas vanguardistas. En Jerez, sin embargo, apenas encontró una clientela sensible a estas novedades y se tuvo que conformar con pequeñas estructuras como estas o como el cercano pabellón del Jockey Club (1905), en el Depósito de Semetales, los cuales sí pudo diseñar con mayor libertad, dotándolos de ese decorativismo orgánico y ese gusto por las líneas curvas, la asimetría o la ingravidez característicos del Modernismo, todo ello mezclado con un exótico historicismo.

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Lamentablemente, hace décadas que perdimos la mayor parte de las casetas de Hernández-Rubio debido a decisiones políticas que tampoco fueron sensibles a su osada aportación al patrimonio local.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/2026823/la/feria/hernandezrubio.html

La Puerta del Arroyo

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Otra inapreciable huella del pasado, otro rincón maldito. Una vez más, un vestigio lleno de historia rodeado de degradación y víctima de la indiferencia. No estamos ante un simple arco. Hablamos de una puerta abierta en la muralla, la única de entidad que nos ha quedado de todas las que tuvimos. Tan olvidada está que en ocasiones ni se recuerda su nombre y se confunde con la desaparecida Puerta de Rota, aledaña a San Mateo.

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Un arroyo sucio e insalubre dio nombre a la puerta y a la plaza próxima. Nacido cerca del Carmen, traspasaba la muralla a través del conocido como Caño de la Villa, junto al cual se decidió en 1520 abrir un primer arco para facilitar las comunicaciones de la ciudad con El Puerto y Sanlúcar. A partir de 1588 sufre una ampliación que coincidirá con el soterramiento definitivo del arroyo. Una inscripción sobre el propio monumento así lo atestigua. Una segunda placa informa de una reforma en 1765, que es la que le daría su configuración actual. La pequeña capilla que se adosa intramuros es también del XVIII, en concreto de 1719. La enraizada religiosidad de los jerezanos hizo colocar imágenes en estos postigos y aquí fue una pintura de la Virgen de la Antigua, seguramente copia de la gótica que se venera en la catedral de Sevilla y cuya devoción se extendió por todo ese viejo arzobispado hispalense al que perteneció Jerez. Hace mucho que se perdió el rastro de la pintura. La capilla permanece cerrada pese a la restauración, un tanto agresiva, que sufrió todo el conjunto hace no tantos años y que lo aisló de construcciones anejas y dejó desnudos los frágiles lienzos de la muralla. Al lado, sólo quedan ya derrumbes, un antiestético aparcamiento y esa gran mole que es la bodega Tío Pepe, un edificio moderno tan meritorio como mal ubicado. Un lugar inhóspito, otro renacer utópico.

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http://www.diariodejerez.es/article/opinion/2021480/la/puerta/arroyo.html