El año 2013

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Recorro esas mismas calles que hemos transitado durante estos seis últimos meses y veo la misma decadencia. Me pregunto si, al igual que con la crisis económica, de verdad se ha tocado fondo ya en materia de patrimonio y si el próximo año va ser el comienzo de la tan ansiada recuperación. El 2013 ha sido un año de anuncios de proyectos e iniciativas, de buenas intenciones de cara al futuro, del intento del Ayuntamiento de mejorar su imagen en relación a su, hasta ahora, desastrosa política de intervención en el casco antiguo. Se creó ese ente abstracto que es la Mesa del Centro Histórico, cuya funcionalidad, más allá de servir de escaparate de vanidades y estupideces varias, está aún por descubrir. Se acordó pedir opinión a estudiantes de arquitectura y de educación primaria para conseguir esas coherentes propuestas que, al parecer, son incapaces de dar los técnicos municipales ni otras personas cualificadas para ello. Se informó que se tenía el deseo de buscar una solución provisional a la destartalada Plaza Belén, de colocar parques infantiles en Juana de Dios Lacoste y de blanquear fachadas de casas ruinosas para no asustar a los turistas. El futuro inmediato tiene muy buena pinta, desde luego. Y qué decir de la inalterable situación de abandono del Convento del Espíritu Santo y del delicado estado del Sagrario de San Mateo, ambos sin vías cercanas de solución. No obstante, por no negar lo positivo y evitar caer en el desaliento o en la queja crónica, ahí están también la creación de una nueva plataforma para la restauración de Santiago, que se propone abrir el templo para 2015, el derribo de esa desarrollista torre de cemento que era el antiguo edificio de la Once o esas recientes noticias de consolidación de los palacios de Villapanés y Riquelme. Unas buenas medidas pero que no pueden ni deben ser suficientes.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1677526/ano.html

Obras para el 2014

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Ahora que es época de buenos deseos y de plantear propósitos para el año próximo, el Ayuntamiento anuncia un plan de actuaciones en el centro histórico. Nos dicen que se espera invertir un total de cuatro millones de euros en un presupuesto que afectará a cuatro obras. La primera de ellas, la del Tabanco del Duque, de cuya controvertida intervención, ya comenzada, hablamos la semana pasada. Las otras tres responden a viejas reivindicaciones a las que ahora parece que por fin se da respuesta tras muchos años de indolencia. Estos tres puntos negros del casco antiguo, que deberían avergonzar a toda ciudad de una mínima cultura, son el entorno de la iglesia de San Juan de los Caballeros y los palacios de Riquelme, en la Plaza del Mercado, y de Villapanés, en la calle Empedrada. Tres monumentos de primer orden dentro del patrimonio local a los que Jerez no ha hecho justicia en las últimas décadas, incluidos los más recientes tiempos del despilfarro. Y no nos estamos refiriendo a actuaciones que el Ayuntamiento no ha estado obligado a hacer. Se trata de arreglar una calle, la de las Siete Revueltas, tercermundista, en parte cerrada, en parte convertida en basurero y aparcamiento improvisado. Se trata también de no dejar caer dos palacios de propiedad municipal, que además poseen un importante valor histórico-artístico. La noticia es, por tanto, positiva. Llega nuevamente muy tarde pero, al menos, a tiempo para salvar lo que aún queda en pie. No obstante, para que esta inversión sirva para algo es necesario que tras la consolidación de estos dos edificios no se demore su restauración. Una rehabilitación que debe partir de un proyecto claro, de un estudio concienzudo sobre el uso más adecuado que podemos dar a ambas casas. De otra manera, sólo estaremos alargando su agonía.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1674095/obras/para.html

El Tabanco del Duque

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El ventanal renacentista del antiguo Palacio de Ponce de León es uno de esos grandes hitos de la arquitectura (y de la escultura) de Jerez que, pese a su indudable belleza, pasan casi desapercibidos para propios y extraños. Y ello por culpa de un entorno hostil, inhóspito e inmundo, que sólo invita a transitar por él con prisa y cautela. Adentrarse por calle Juana de Dios Lacoste es adentrarse en una ciudad sin esperanza. Es el camino diario de esos infelices que sólo encuentran en la caridad lo que la política corrupta e insensible les niega. Es adentrarse sin rodeos y con toda su crudeza en esa ciudad olvidada que da nombre a esta columna semanal. Allí, justo enfrente de la célebre ventana esquinada, encontrarán los restos de lo que en su día fue el Tabanco del Duque. Un establecimiento que ocupaba un conjunto bodeguero de sencillo exterior pero de una considerable antigüedad pues es una compleja construcción que incluye hasta interesantes elementos de tradición mudéjar en su zona trasera, con salida a las calles Vid y Canto.

No alcancé a verlo abierto. Ignoro cuáles fueron sus tiempos de plenitud. Únicamente he sido testigo del acelerado ocaso de estos últimos años y he sido partícipe de las denuncias que sobre su estado hemos hecho vecinos y otras personas ante su propietario, el Ayuntamiento, para que se hiciera todo lo posible para paralizar su inminente y peligrosa ruina. La actuación, como casi siempre, llega ahora tarde y mal. Escudados en problemas burocráticos, se ha dejado caer para justificar el siempre más cómodo y barato derribo, pese a entrar en contradicción con la supuesta protección que a este edificio le otorga el PGOU. Nada hay que deba extrañar, porque nadie mejor que el propio gobierno municipal para incumplir sus propias normas urbanísticas.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1669216/tabanco/duque.html

Arquitectura policromada

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Hace dos semanas hablábamos del caso de ciertas bóvedas blanqueadas en la Catedral y de la pérdida de la pintura que ocultaba su pobreza constructiva con una sencilla imitación de piedra. Merece la pena insistir en este asunto, ya que este tipo de tratamiento pictórico de la superficie arquitectónica fue muy corriente en siglos pasados y sin embargo el deterioro de nuestras viejas casas e iglesias y los cambios de gusto han sido devastadores. Por no ir más lejos, este mismo año aparecieron bajo capas de cal restos similares en un edificio de la plaza Rafael Rivero y fueron rápidamente eliminados. Ahora la fachada luce como nueva y la empresa responsable, muy satisfecha, ha dejado hasta su firma en ella.

En los últimos tiempos muchos apuestan por la sobriedad (y el supuesto casticismo) del blanco. Otros van más allá y prefieren descarnar los muros, sacar a la luz sillares de porosa piedra y ladrillos bastos que nunca se hicieron para ser vistos, sino para ser cubiertos con un protector enlucido. Pero además de este sentido práctico, los jerezanos del pasado vieron la arquitectura de una forma menos rígida y mucho más colorista que nosotros. Quizás pocos sepan que la fachada principal de la Catedral o la exterior del Sagrario de San Miguel se concibieron para ir policromadas como auténticos retablos o que interiores como el de la Parroquia de Santiago llegaron a vestir sus paredes y bóvedas con pinturas murales y dorados. En el convento de Santa María de Gracia perduran todavía unos curiosos trampantojos en torno a los altares de Santa Rita y San Nicolás. La pintura, la escultura y la arquitectura se unen y confunden. Un valioso testimonio de esa fusión tan barroca de las artes que, para variar, se halla en un delicado estado de conservación y se dirige a un futuro incierto.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1664149/arquitectura/policromada.html

Música y patrimonio

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Por segundo año consecutivo el Ayuntamiento, gracias a la colaboración del Obispado,  ha organizado un Ciclo de Música Sacra en diferentes iglesias históricas. Esta iniciativa me parece una de las más afortunadas a nivel cultural entre las ideadas por los actuales responsables municipales. Su acierto queda demostrado por el gran éxito de público que ha tenido cada uno de los cuatro conciertos que formaron parte del mismo, lo que prueba que la música clásica no tiene por qué ser elitista y más en una ciudad que muchas veces parece excesivamente estancada en el flamenco. Pero, al margen del aspecto meramente musical, ya de por sí importante, uno de los grandes atractivos de este ciclo ha sido poder disfrutar de él dentro de esos marcos arquitectónicos siempre por descubrir que son los templos de San Mateo, San Juan de los Caballeros, San Marcos y la Catedral. La frase es manida pero no por ello menos cierta: lo que no se conoce, no se valora. Y qué mejor manera de acercarnos a nuestros monumentos que a través de la música y, en consecuencia, a través del sutil pero enriquecedor diálogo entre ésta y las artes plásticas. Sólo hace falta dejarse llevar por los sentidos y fusionar la majestuosidad de la obra de Haendel y de la grandiosa nave de San Mateo, la elegancia de Vivaldi y de las formas arquitectónicas de San Juan, el enrevesado estilo de Bach y la talla no menos enmarañada de los retablos barrocos de San Marcos o la personalidad con frecuencia infravalorada de nuestro paisano Beigbeder y de nuestra maltratada Catedral. Una sociedad que no ama su patrimonio, que olvida su Historia, que ignora la figura de uno de sus más ilustres hijos, sólo puede ostentar su incultura. Por ello, toda acción que busque paliar algo esta situación debe ser bienvenida.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1659582/musica/y/patrimonio.html