Arquitectura policromada

DSCF1457

Hace dos semanas hablábamos del caso de ciertas bóvedas blanqueadas en la Catedral y de la pérdida de la pintura que ocultaba su pobreza constructiva con una sencilla imitación de piedra. Merece la pena insistir en este asunto, ya que este tipo de tratamiento pictórico de la superficie arquitectónica fue muy corriente en siglos pasados y sin embargo el deterioro de nuestras viejas casas e iglesias y los cambios de gusto han sido devastadores. Por no ir más lejos, este mismo año aparecieron bajo capas de cal restos similares en un edificio de la plaza Rafael Rivero y fueron rápidamente eliminados. Ahora la fachada luce como nueva y la empresa responsable, muy satisfecha, ha dejado hasta su firma en ella.

En los últimos tiempos muchos apuestan por la sobriedad (y el supuesto casticismo) del blanco. Otros van más allá y prefieren descarnar los muros, sacar a la luz sillares de porosa piedra y ladrillos bastos que nunca se hicieron para ser vistos, sino para ser cubiertos con un protector enlucido. Pero además de este sentido práctico, los jerezanos del pasado vieron la arquitectura de una forma menos rígida y mucho más colorista que nosotros. Quizás pocos sepan que la fachada principal de la Catedral o la exterior del Sagrario de San Miguel se concibieron para ir policromadas como auténticos retablos o que interiores como el de la Parroquia de Santiago llegaron a vestir sus paredes y bóvedas con pinturas murales y dorados. En el convento de Santa María de Gracia perduran todavía unos curiosos trampantojos en torno a los altares de Santa Rita y San Nicolás. La pintura, la escultura y la arquitectura se unen y confunden. Un valioso testimonio de esa fusión tan barroca de las artes que, para variar, se halla en un delicado estado de conservación y se dirige a un futuro incierto.

http://www.diariodejerez.es/article/opinion/1664149/arquitectura/policromada.html

Deja un comentario